¿QUÉ ES TRAE LA LLUVIA?

Trae la lluvia es un proyecto que nace desde la necesidad interior de crear. Una necesidad que no se impone con palabras ni razones, sino que se manifiesta con la urgencia silenciosa del impulso artístico. Norberto Legidos inició esta serie movido por una pulsión casi intuitiva, como si la obra se hiciera inevitable. El gesto de pintar, de manchar el papel, de modelar con tinta, se convirtió en un acto vital. No había una idea previa ni un concepto que organizara la obra de antemano. La obra misma se volvió el motor.

El punto de partida: las nubes. No como representación literal del cielo, sino como forma cambiante, como símbolo del tránsito, de la impermanencia, del deseo. Las nubes surgieron como una imagen interior y a la vez universal. Se fueron desplegando con fuerza, ligadas a una energía contenida que buscaba liberarse. Cada mancha, cada línea, cada vacío también habla del tiempo, del silencio y de la espera.

En ese contexto, el uso del monotipo no fue casual. Esta técnica —única por definición, irrepetible, y profundamente ligada al accidente— se convirtió en un medio ideal para expresar el carácter mutable de las nubes y, con ellas, de la experiencia emocional del autor. El proceso de creación se acercó más a un ritual que a una planificación. Se trató de un juego serio entre el control y la libertad: añadir, borrar, cubrir, descubrir. El artista se permitió errar, dudar, corregir, y también abandonar aquello que ya no hacía falta. En ese juego apareció la esencia.

Durante el desarrollo de la serie, surgió la inquietud de registrar el proceso, de dejar constancia de lo vivido. Fue entonces cuando se propuso transformar la obra en un diálogo, una colaboración que diera otra dimensión al proyecto. Así se sumó Raquel, cuya mirada literaria complementó con sensibilidad el universo visual de Norberto. Sus poemas, escritos a partir de los primeros monotipos, no intentaron describir, sino resonar. No ilustran la imagen, la expanden.

Este intercambio dio lugar al libro “Trae la lluvia”, concebido como una obra doble: una colección de poemas visuales y literarios donde las imágenes y las palabras se entrelazan. Los textos inspiraron nuevas imágenes, y las imágenes despertaron nuevas palabras. La estructura del libro se volvió circular: cada parte alimenta a la otra, creando una experiencia de lectura que no es lineal, sino atmosférica.

Trae la lluvia no busca interpretar, ni explicar, ni enseñar. Es un espacio de contemplación. Un gesto poético compartido. Un libro-objeto que captura el instante de la creación y lo deja abierto para que cada lector o espectador complete su propia lectura. Una obra donde la poesía no está sólo en los textos, ni solo en las imágenes, sino en la relación sutil que se teje entre ambos lenguajes.